sábado, 1 de octubre de 2011

“Lo más importante es disfrutar de la vida, ser feliz. Eso es todo lo que importa.” Audrey Hepburn

Hoy voy a viajar por el tiempo, deteniéndome en la vida de una de esas actrices que nunca morirá, aunque su cuerpo ya no esté entre nosotros; de una actriz que le puso nombre a la elegancia y a la bondad, aunque en realidad fuese insegura y desdichada; una mujer que dio salvación tanto en el mundo del cine como en el de los enfermos y necesitados, aunque para ella fuera lo más natural del mundo; una dama de fuerte pisada y de impactante presencia, aunque ella fuera la más frágil y vulnerable de todos.

Audrey Hepburn marcó un antes y un después en el Séptimo Arte, hizo meya en muchos corazones y consiguió que aun aquellos que no disfrutamos de verla en este mundo sigamos recordándola con el cariño del que sólo disfruta un ser cercano.

Edda Kathleen Hepburn-Ruston Van Heemstra nació el 4 de mayo de 1929 en Bruselas. En 1939, estallada la II Guerra Mundial, su madre (ya divorciada de su padre) los trasladó a Holanda donde comenzó sus estudios de danza en el Conservatorio. Más tarde contó que vio su infancia reflejada en el Diario de Ana Frank, aunque su final, como sabemos, fue bien distinto. El hambre y la desnutrición de aquellos años fueron las causantes de esa figura fina y débil que la acompañó durante el resto de su vida. También afectó a su carácter triste y depresivo pero a su vez la perfiló como la persona luchadora que fue.

A partir de 1948 viajó a Londres donde aparcó el mundo de la danza definitivamente para especializarse en teatro y obras musicales. Es en 1951 cuando debuta en Brodway en la producción musical Gigi y conoce a su primer gran amor, James Hanson. Su primer papel protagonista en el cine fue en la película Vacaciones en Roma, junto a Gregory Peck con la que se hace admirar mundialmente.

1954 es para ella un gran año pues consigue su primer y único Oscar, por Vacaciones en Roma; rueda Sabrina (por la que también es nominada) y se casa con su primer marido Mel Ferrer.
Después llegarán Una cara con Ángel y más tarde Historias de una monja, que da un cambio a su carrera y la convierte en La Mejor Actriz del Año por los críticos en Nueva York. Nace su primogénito y grava la que es su película más conocida, Desayuno con diamantes (1960) por la que será recordada incluso por aquellos que no cayeron bajo los encantos de la actriz.

My fair Lady, Sola en la oscuridad, lazos de sangre, fueron otras de sus importantes películas. Conoce a su segundo esposo en 1968, Andrea Dotti, pero su matrimonio también tendrá un Fin.
Su carrera cinematográfica acabaría en 1987 con Amor entre ladrones, una producción televisiva en la que colabora con su último amor, Robert Wagner. Ese mismo año es nombrada embajadora permanente de UNICEF, desde entonces se volcó en la causa justificando que “su voz era la de los niños que no pueden hablar”.

Viajadora incansable con su solidaridad y humildad como motor, un ejemplo a seguir que nos dejó antes de lo necesario, con último destino Tolochenaz (Suiza), donde fue enterrada a los 63 años tras sufrir un cáncer de colon. Este sería su último viaje, pero como he dicho al principio, hoy he querido viajar en el tiempo. En ese tiempo que ella siempre permanecerá.

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